lunes, 20 de diciembre de 2010

Capítulo 5: Encuentro sorpresivo

El mes había pasado con gran rapidez para Deneb, lo que en cierto modo le parecía bien, porque entre tantos deberes universitarios, no había tenido mucho tiempo para acordarse de Agena. Seguía reuniéndose con Canopo, aunque últimamente se sentía algo incómodo porque su amigo estaba saliendo con un chico muy simpático, eso era indiscutible, pero de todos modos estar entre medio de la melosa pareja no le resultaba un panorama muy atractivo.  Lo que sí llamaba su atención era reunirse con Dubhe, un compañero de carrera con el que jamás había entablado una conversación, hasta precisamente un mes atrás, cuando el profesor de la cátedra los forzó a realizar un trabajo en conjunto. Dubhe era un poco más alto que él, pero de una contextura muy distinta, con una espalda ancha en relación a su minúscula cintura. Tenía el cabello largo, enmarañado y aunque se notaba que era originalmente rubio, la mayoría de sus mechas tenían un tono verde fluor, vestía de forma ajada con colores chillones y tenía tres aros en su oreja derecha y un piercing  en la ceja izquierda. Dubhe era el cliché del estudiante de arquitectura, alternativo y de sexualidad ambigua. En un principio la relación entre Deneb y Dubhe fue prácticamente nula. Poco parecían tener en común, hasta que Dubhe sin previo aviso preguntó:
- ¿tienes novia?- Deneb negó con su cabeza y siguió ensimismado en el libro sobre arquitectura Art nouveau.
-¿Novio?- contra preguntó.
-No, ahora- dijo sigilosamente Deneb, como si quisiera que nadie más lo escuchara.
-Ya lo sospechaba yo- señaló con satisfacción, dejando a Deneb con algo de curiosidad.
-¿Tan obvio soy?- preguntó Deneb.
-No para nada, eres todo un caballerito, justo como me gustan, pero lo deduje porque hace mucho tiempo te vi con Pólux- respondió Dubhe.
-Ah, ya veo- dijo Deneb sorprendido.
-Sí, estuvimos saliendo un tiempo, pero el chico es muy raro y ante la primera oportunidad que tuve me alejé de él lo más rápido posible- añadió Dubhe haciendo un chistoso gesto con sus manos. De ese entonces se fue forjando la amistad entre los dos chicos, que de vez en cuando Deneb era víctima de la exacerbada coquetería de Dubhe, pero a medida que se contaban más detalles de sus respectivas vidas, iban apoderándose de los dramas. Así Dubhe conoció a Canopo y su nuevo novio y también se enteró de lo perturbado que había dejado a Deneb haberse encontrado con Crucis. Dubhe por otro lado estaba en un plan más relajado, con Pólux había durado dos meses pero la mayor parte del tiempo se las pasaron discutiendo, ahora no quería comprometerse, sólo pasarlo bien sin catalogar sus relaciones de ninguna manera.
Esa tarde Dubhe y Deneb iban caminando por el campus, cerca del auditorio de música, cuando de repente vieron un afiche pegado de Galaxia, publicitando una fiesta imperdible.
-¡Tenemos que ir!- Exclamó Dubhe efusivamente, abrazando a Deneb y hasta dándole un beso en la mejilla a su sorprendido amigo, quién no tuvo oportunidad de reaccionar siquiera, sorprendentemente ese contacto  con la piel de Dubhe le hizo sentir el calor que emanaba y hasta su perfume, haciendo que se incomodara y Dubhe lo percibió.
-Lo siento, no fue mi intención- dijo Dubhe.
-Tranquilo, no pasa nada- respondió Deneb, aún descolocado.
-¿Entonces sigo?- preguntó Dubhe con una gran sonrisa en el rostro y acercándose peligrosamente hasta Deneb, hasta que sus labios se toparon por unos segundos. Deneb no alcanzó a girarse para evitar el beso, pero sí pudo sentir que alguien los miraba, un rostro que conocía pero que no imaginaba encontrar en la universidad y menos de esa forma: Era Crucis.
-Lamento interrumpir- dijo Crucis algo avergonzado.
-¡No pasa nada guapo!- espetó Dubhe rodeando con uno de sus fuertes brazos a Deneb quién se zafó inmediatamente de él.
-¡Hola Crucis!- saludó Deneb, incómodo.
-¡Oh, Crucis, la he cagado!- murmuró Dubhe, aunque no lo suficientemente bajo para que Crucis y Deneb no lo oyeran.
-Hola,  te di-divisé a lo lejos y quise venir a saludar- manifestó Crucis.
-Pues muy lindo de tu parte, Deneb no para de hablar de ti- exclamó Dubhe sorpresivamente, haciendo que Deneb se pusiera rojo y le diera un pequeño codazo en el vientre a su amigo- ¿Y qué haces acá?- preguntó rápidamente Deneb intentando que la intervención de Dubhe pasara rápidamente al olvido.
-Bueno, hace unos días recibí una invitación del coro de la universidad para participar, la verdad es que no tenía muchas ganas, pero mi madre insistió- respondió el muchacho.
-¡Ah que lindo!- exclamó Dubhe con un interés algo forzado pero bien intencionado. Aunque después de su intervención vino un silencio incómodo que nadie se atrevía a quebrantar.
-¡Ahora que estás acá, tal vez podrían reunirse a almorzar algún día!- espetó Dubhe.
-¡Qué buena idea!, creo que es lo más sensato que te he escuchado decir- dijo Deneb haciendo que Crucis soltara una carcajada.
-Me parecería estupendo- respondió el muchacho.
-Ey, también estábamos pensando ir a Galaxia, podrías acompañarnos- exclamó Dubhe- ¿o tienes algún problema con ir a un local gay?- preguntó.
-No, para nada, no tengo problemas, aunque no quisiera interrumpirlos- señaló Crucis.
-¿A nosotros?, nada que ver, sólo somos buenos amigos- señaló Dubhe, dándole una palmada en la espalda a Deneb muy fuerte.
-¡Ey!- exclamó Deneb.
- Es por el codazo- respondió Dubhe dirigiéndole una sonrisa a Crucis.
-Ey Crucis, ya comenzará el ensayo- gritó una chica desde el auditorio.
-Bueno chicos, yo me tengo que ir, ha sido un gusto, entonces coordinamos la salida- dijo Crucis mientras estrechaba la mano de los dos muchachos.
-Cuenta con ello- dijo Deneb.
Crucis se alejó con dirección al autitorio y Dubhe lo seguía analizando- Es gay seguro- manifestó sin titubear.
-No sé, no quisiera arriesgarme más, ya he sufrido bastante por un año- dijo Deneb.
-Pero es bastante guapo, así que si tu no lo quieres, yo bien podría intentar algo- señaló Dubhe, provocando que Deneb se preocupara un poco.
-Tranquilo, la química entre los dos se nota a leguas- indicó Dubhe con risas- además te he conseguido un almuerzo y una salida nocturna con él- agregó sonriendo.
-Mínimo, después de ese beso que me robaste- respondió Deneb fingiendo molestia.
-Por cierto, bien ricos tus labios- dijo Dubhe agarrando a su amigo por el cuello y retomando su camino por el campus.
Aquella noche a Deneb le costó mucho quedarse dormido, había comprendido que evitar un encuentro con Crucis había sido una tontera, sabía que era tarde, pero no pudo evitar tomar su móvil y enviarle un mensaje de texto a Crucis, un escueto “fue lindo verte” que a varias cuadras de distancia, Crucis recibía en su viejo departamento, justo cuando  había salido a la terraza donde Mintaka había saltado. Era primera vez desde su muerte que volvía a pisar ese lugar y lo había consumido una necesidad de olvidarlo todo. Ese mensaje lo había rescatado de ideas suicidas. Crucis se sentó en el frío piso de la terraza y dejó de sentir la ventisca de la noche y comenzó a escribir.
-No estoy bien, ¿podríamos charlar ahora?- escribió Crucis antes de que comenzaran a brotar algunas lágrimas de sus ojos.
Deneb leyó el mensaje y se preocupó, marcó el número de Crucis y lo llamó- ¿Dónde estás?- preguntó el muchacho.
-En mi departamento, sé que es tarde, pero ¿te parece si nos vemos fuera de la pastelería?- respondió Crucis.
-En unos cuarenta y cinco minutos estaré allá- dijo Deneb, quien aceleradamente se vistió y partió a ese encuentro  sorpresivo.

Continuará.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Capítulo 4: Profundos deseos

Una de las cosas que Deneb lamentaba de la universidad, era como imperceptiblemente lo había absorbido al punto de perder el contacto con viejas amistades, como Crucis su amigo del instituto al que dejó de ver por los estudios y porque él también tenía una vida muy ajetreada producto de su pasión de siempre: El canto.  Deneb siempre sintió un gran afecto por Crucis, también lo admiraba por la convicción demostraba en todas las actividades que emprendía. En primeras instancias creyó que esa admiración era el sentimiento que lo hacía soñar con él, pero luego comprendió que estaba enamorado. Crucis fue el primer chico del que se enamoró, pero en esos años él muchacho tenía novia; Mintaka.
Mintaka era bella por donde se le mirara, pero no obedecía a una belleza terrenal, la muchacha parecía de otro mundo, tenía el cabello melena, de color negro, liso y siempre meciéndose al viento. Su piel era muy blanca en relación a su pelo y a la forma en que vestía;  De riguroso negro porque le encantaba el estilo gótico. Sus ojos eran verdes y finalmente estaba su cautivante sonrisa.  Era la mejor estudiante del Instituto de señoritas de la ciudad y una fabulosa soprano. Mintaka y Crucis hacían una pareja perfecta que producía en Deneb muchos cuestionamientos; Tanto Mintaka como Crucis le parecían sumamente atractivos. Se sentía abrumado cuando les veía felices y se preguntaba si él algún día llegaría a sentir y proyectar el mismo amor que ambos exudaban.
Por la timidez propia de Deneb, además del agotamiento que le significaba lidiar con su confusa sexualidad, nunca intentó acercarse a nadie, Mintaka y Crucis fueron sus eternos amores imposibles, de los que se fue alejando cuando comprendió lo mal que le hacía estar en contacto con ellos.  Renunció al coro del cual él también se había hecho parte, aunque no era tan talentoso como los demás integrantes, sólo había ingresado a él para estar más cerca de Crucis y apenas notó lo dañino que era eso, es marchó sin explicación alguna. Pero de todos modos siguió pendiente de la vida de ambos, de sus logros, los éxitos, las giras y el renombre que adquirían como grandes intérpretes líricos. Lo  último  que supo fue desde los noticieros, cuando sin motivos aparentes Mintaka se lanzó desde el octavo piso del departamento que compartía con Crucis. Seguramente por eso ahora estaba viviendo con sus padres, reflexionó Deneb.
A pesar de todo lo sucedido, Deneb y Canopo seguían viéndose y almorzando juntos, la única condición era no hablar de Agena, de quién Deneb había recibido algunas llamadas y mensajes que no tenía intenciones de leer. El único que leía y releía era el que le había mandado Crucis comentando lo sorprendente que había sido reencontrarse y la posibilidad de coordinar un encuentro.
-Pero, ¿no es gay?- preguntó Canopo, desconfiado de que ese encuentro tuviera un buen final.
-No, no lo es, pero el que me gustara es un detalle, eso está superado- mintió Deneb.
-No te creo, esos bichitos quedan para siempre, te lo digo yo, que aún estoy enamorado de  Avior un chico que iba dos años más arriba que yo en el instituto, si lo volviera a ver creo que me abalanzaría a sus brazos y le robaría todos esos besos que no me atreví  a darle en su tiempo- dijo Canopo dando un largo suspiro, pero viendo la cara reprobatoria que ponía su amigo agregó- bueno, bueno, igual le hará bien tener un amigo después de lo que le tocó pasar.
-Cierto- murmuró Deneb y se quedó un rato en silencio.
-¿Y sabe que eres gay?- inquirió Canopo.
-Supongo- señaló Deneb sin tener certeza de aquello.
-¿Desearías besarlo?- Preguntó Canopo. Pero Deneb se demoró en contestar, de repente esa pregunta le pareció difícil de responder, porque comenzó a sentir que aquel encuentro era revivir un pasado que ya había sellado y las ganas de concretar el encuentro comenzaron a extinguirse.
-No- respondió Deneb mientras tomaba el celular para avisarle a Crucis de lo atareado que lo tenía la universidad y que sería imposible una reunión.
-¿Estás seguro de lo que haces?- preguntó Canopo desanimado, se sintió culpable de la determinación de su amigo, que en un principio parecía tan seguro.
-Sí, nunca había estado tan seguro- mintió Deneb y casi podía sentir como sus más profundos deseos reflotaban.

Crucis se encontraba en el salón de la casa de sus padres, haciendo sus ejercicios vocales junto al piano, cuando escuchó el sonido de su móvil, se detuvo y fue a buscarlo en su bolso. Se alegró al ver que se trataba de un mensaje de Deneb, aunque el contenido lo desanimó mucho, volvió hasta el piano y se recostó en las teclas haciendo que estas sonaran fuertemente.  A su mente vinieron los recuerdos en que ambos estudiaban en el instituto y compartían mucho. Recordó incluso aquel viaje que hicieron junto al coro hasta la capital para participar de un gran concurso a nivel nacional. A Crucis le producía cierta ternura el nerviosismo que invadía a Deneb antes de cada presentación, él lo encontraba un mejor tenor de lo que  su amigo pensaba y aquella presentación resultó magnifica. Todos terminaron muy conformes y en el regreso a la ciudad se fueron celebrando, gritando, cantando. Mintaka que se había lucido con un solo, se quedó dormida apenas ingresaron a la carretera. Crucis fue a charlar con Deneb pero lo encontró tiernamente dormido, igualmente se sentó a su lado y se deleitó mirando el rostro sereno del muchacho, su cuerpo y como se movía con el pausado respirar. De pronto pareció que todos los sonidos se extinguían, menos el de su corazón acelerado, que mientras más se acercaba a los labios de Deneb, más fuerte retumbaba. Fue un segundo o dos, pero para Crucis representó toda vida, una satisfacción que luego dio a la culpa que produce un beso robado, a un amigo y a espaldas de una novia. Rápidamente volvió a su asiento y deseó que Deneb no lo hubiese sentido, pero creía que aquel repentino distanciamiento era consecuencia de su atrevimiento. El mensaje enviado por Deneb parecía sólo un pretexto para el encuentro y Crucis se arrepentía de aquel día en que cedió a sus más profundos deseos.  El muchacho llevó uno de sus dedos hasta una tecla que dejó un sonido grave por algunos segundos, que perpetuó una lúgubre y asfixiante atmosfera en la amplia habitación.
Continuará.