jueves, 9 de diciembre de 2010

Capítulo 4: Profundos deseos

Una de las cosas que Deneb lamentaba de la universidad, era como imperceptiblemente lo había absorbido al punto de perder el contacto con viejas amistades, como Crucis su amigo del instituto al que dejó de ver por los estudios y porque él también tenía una vida muy ajetreada producto de su pasión de siempre: El canto.  Deneb siempre sintió un gran afecto por Crucis, también lo admiraba por la convicción demostraba en todas las actividades que emprendía. En primeras instancias creyó que esa admiración era el sentimiento que lo hacía soñar con él, pero luego comprendió que estaba enamorado. Crucis fue el primer chico del que se enamoró, pero en esos años él muchacho tenía novia; Mintaka.
Mintaka era bella por donde se le mirara, pero no obedecía a una belleza terrenal, la muchacha parecía de otro mundo, tenía el cabello melena, de color negro, liso y siempre meciéndose al viento. Su piel era muy blanca en relación a su pelo y a la forma en que vestía;  De riguroso negro porque le encantaba el estilo gótico. Sus ojos eran verdes y finalmente estaba su cautivante sonrisa.  Era la mejor estudiante del Instituto de señoritas de la ciudad y una fabulosa soprano. Mintaka y Crucis hacían una pareja perfecta que producía en Deneb muchos cuestionamientos; Tanto Mintaka como Crucis le parecían sumamente atractivos. Se sentía abrumado cuando les veía felices y se preguntaba si él algún día llegaría a sentir y proyectar el mismo amor que ambos exudaban.
Por la timidez propia de Deneb, además del agotamiento que le significaba lidiar con su confusa sexualidad, nunca intentó acercarse a nadie, Mintaka y Crucis fueron sus eternos amores imposibles, de los que se fue alejando cuando comprendió lo mal que le hacía estar en contacto con ellos.  Renunció al coro del cual él también se había hecho parte, aunque no era tan talentoso como los demás integrantes, sólo había ingresado a él para estar más cerca de Crucis y apenas notó lo dañino que era eso, es marchó sin explicación alguna. Pero de todos modos siguió pendiente de la vida de ambos, de sus logros, los éxitos, las giras y el renombre que adquirían como grandes intérpretes líricos. Lo  último  que supo fue desde los noticieros, cuando sin motivos aparentes Mintaka se lanzó desde el octavo piso del departamento que compartía con Crucis. Seguramente por eso ahora estaba viviendo con sus padres, reflexionó Deneb.
A pesar de todo lo sucedido, Deneb y Canopo seguían viéndose y almorzando juntos, la única condición era no hablar de Agena, de quién Deneb había recibido algunas llamadas y mensajes que no tenía intenciones de leer. El único que leía y releía era el que le había mandado Crucis comentando lo sorprendente que había sido reencontrarse y la posibilidad de coordinar un encuentro.
-Pero, ¿no es gay?- preguntó Canopo, desconfiado de que ese encuentro tuviera un buen final.
-No, no lo es, pero el que me gustara es un detalle, eso está superado- mintió Deneb.
-No te creo, esos bichitos quedan para siempre, te lo digo yo, que aún estoy enamorado de  Avior un chico que iba dos años más arriba que yo en el instituto, si lo volviera a ver creo que me abalanzaría a sus brazos y le robaría todos esos besos que no me atreví  a darle en su tiempo- dijo Canopo dando un largo suspiro, pero viendo la cara reprobatoria que ponía su amigo agregó- bueno, bueno, igual le hará bien tener un amigo después de lo que le tocó pasar.
-Cierto- murmuró Deneb y se quedó un rato en silencio.
-¿Y sabe que eres gay?- inquirió Canopo.
-Supongo- señaló Deneb sin tener certeza de aquello.
-¿Desearías besarlo?- Preguntó Canopo. Pero Deneb se demoró en contestar, de repente esa pregunta le pareció difícil de responder, porque comenzó a sentir que aquel encuentro era revivir un pasado que ya había sellado y las ganas de concretar el encuentro comenzaron a extinguirse.
-No- respondió Deneb mientras tomaba el celular para avisarle a Crucis de lo atareado que lo tenía la universidad y que sería imposible una reunión.
-¿Estás seguro de lo que haces?- preguntó Canopo desanimado, se sintió culpable de la determinación de su amigo, que en un principio parecía tan seguro.
-Sí, nunca había estado tan seguro- mintió Deneb y casi podía sentir como sus más profundos deseos reflotaban.

Crucis se encontraba en el salón de la casa de sus padres, haciendo sus ejercicios vocales junto al piano, cuando escuchó el sonido de su móvil, se detuvo y fue a buscarlo en su bolso. Se alegró al ver que se trataba de un mensaje de Deneb, aunque el contenido lo desanimó mucho, volvió hasta el piano y se recostó en las teclas haciendo que estas sonaran fuertemente.  A su mente vinieron los recuerdos en que ambos estudiaban en el instituto y compartían mucho. Recordó incluso aquel viaje que hicieron junto al coro hasta la capital para participar de un gran concurso a nivel nacional. A Crucis le producía cierta ternura el nerviosismo que invadía a Deneb antes de cada presentación, él lo encontraba un mejor tenor de lo que  su amigo pensaba y aquella presentación resultó magnifica. Todos terminaron muy conformes y en el regreso a la ciudad se fueron celebrando, gritando, cantando. Mintaka que se había lucido con un solo, se quedó dormida apenas ingresaron a la carretera. Crucis fue a charlar con Deneb pero lo encontró tiernamente dormido, igualmente se sentó a su lado y se deleitó mirando el rostro sereno del muchacho, su cuerpo y como se movía con el pausado respirar. De pronto pareció que todos los sonidos se extinguían, menos el de su corazón acelerado, que mientras más se acercaba a los labios de Deneb, más fuerte retumbaba. Fue un segundo o dos, pero para Crucis representó toda vida, una satisfacción que luego dio a la culpa que produce un beso robado, a un amigo y a espaldas de una novia. Rápidamente volvió a su asiento y deseó que Deneb no lo hubiese sentido, pero creía que aquel repentino distanciamiento era consecuencia de su atrevimiento. El mensaje enviado por Deneb parecía sólo un pretexto para el encuentro y Crucis se arrepentía de aquel día en que cedió a sus más profundos deseos.  El muchacho llevó uno de sus dedos hasta una tecla que dejó un sonido grave por algunos segundos, que perpetuó una lúgubre y asfixiante atmosfera en la amplia habitación.
Continuará.

3 comentarios:

  1. Un poco desconcertante tanto colorido en el texto, pero aun así, muy bien.

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  2. Leí, veremos a dónde van las cosas.
    Crucis, el sufridor.

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  3. Oye, qué valor tiene de preguntarle a Deneb si tiene novia. Rubio y con mechones verde flúor. Este tiene que ser gay jeje
    un abrazo

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